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AMARAL – en el 37 Festival de La Guitarra de Córdoba – 9 Julio de 2017


AMARAL.

Amaral regresa al Festival de la Guitarra de Córdoba para poner el cierre a esta 37 edición y lo hace para presentar por primera vez en Córdoba “Nocturnal”, su séptimo álbum de estudio, y las canciones más representativas de sus veinte años de trayectoria musical, que les han convertido en un referente indiscutible de la música española. Y ahora con el nuevo proyecto «Nocturnal Solar Sessions», un disco que recoge nuevas visiones de las canciones que integraban «Nocturnal». Este trabajo es fruto de la inquietud de la banda que ha re-grabado las 12 canciones del álbum bajo un prisma distinto.

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Si «Nocturnal» se gestó a la caída del Sol, «Nocturnal Solar Sessions» sería un amanecer luminoso, ya que siempre han estado muy apegados al indie y a lo alternativo, deshojando elementos cercanos al country o al folk en algunos momentos, sin olvidarse de su influencia rock reconocida. Por eso, como si se tratase de un unplugged, nos regalan estas versiones, sustentadas con elementos musicales básicos como guitarras acústicas o teclados que acompañan a la tan característica voz de Eva Amaral, y con un escenario envuelto en una espectacular escenografía, con la luna y las constelaciones como protagonistas.

Amaral – Revolución. en el 37 Festival de La Guitarra de Córdoba – 9 Julio de 2017

Esta siendo una gira espectacular que ya ha pasado por más de 30 ciudades españolas y que culminará con la grabación de un disco en directo antes de viajar a Latinoamérica. 


Componentes de la banda:

  • Eva Amaral: Voz.
  • Juan Aguirre: Guitarras.
  • Tony Toledo: Batería y percusiones.
  • Tomás Virgós: Piano.
  • Ricardo Esteban: Bajo.

Como bien indica el crítico Ignacio Juliá, son Amaral una inédita rareza en el panorama del pop-rock estatal: artistas multitudinarios que no se han dejado deslumbrar por la irrealidad del éxito, que siguen mirándose al espejo y viendo la misma ilusión del primer día. Tampoco han acallado su conciencia, ni afeitado su obstinación. Inquietos e independientes, se han movido cuando se les ha intentado meter en una foto que no iba con ellos, especialmente en cuestiones estilísticas pero asimismo políticas, pues son conscientes de que la autenticidad la mide el curso del tiempo, no la actitud forzada ni un tipo de sonido. Saben también, y lo dicen en voz alta, que este no es ahora mismo el mejor de los países posibles y que la democracia solo lo será realmente cuando acoja todas las voces sin desatender ninguna. El vuelo alado de sus canciones, tan enfáticas a veces, otras tan personales, no deja de observar lo que pasa ahí abajo, en la realidad del día a día, en esas vidas corrientes que son un poco las de todos.

Su séptimo álbum, Nocturnal —bonito número, hermoso título— afrenta una amenazante oscuridad para arrancarle destellos lumínicos a las tinieblas. Esta voluntad de trascender la fuerza de la gravedad misma caracteriza a las mejores expresiones de la música pop. También a estas nuevas canciones que, como es habitual en Eva y Juan, surgen de lo inmediato y visceral, melodías que se aparecen sin avisar y de las que solo se atisba un sentimiento, no un peso específico o narrativo que ya llegará tras un laborioso afán perfeccionista. Estas semillas, tras ser cultivadas en el local de ensayo y verlas florecer en el estudio, adquieren las hechuras de futuros tarareos de nuestra música popular, propagadas a los cuatro vientos en el mundo de habla hispana y acogidas por un público transversal como vitaminas de ánimo y pasión. Ese es su objetivo último, que alguien se reconozca en ellas porque forman ya parte de su presente pero asimismo de su memoria emocional. Que a creyentes y no creyentes les una un mismo corazón.

Ya desde el primer corte, “Llévame muy lejos”, con el ansia de huir hacia delante, sus cortantes guitarrazos y estribillo que te eleva, Amaral plasman el tono de resquemor existencial que dominará el álbum hasta su epílogo de armadura electrónica “Noche de Cuchillos”. Es un largo trayecto, estilísticamente variado pues en el eclecticismo está su base creativa, en ese ir tallando cada composición desde distintas perspectivas, facetas de un todo que será superior a la suma de las partes, aunque luego los oyentes lo desmenucen a capricho, destacando unas sobre otras en un proceso consustancial a la proyección misma de cualquier obra artística. Los sonidos fronterizos y el alma de balada desgarrada de “La ciudad maldita”, el ímpetu tribal y la guitarra estratosférica de “500 vidas”, el origen de balada folk y las fantásticas voces que atraviesan “La niebla”, el retumbo rock de “Laberintos, Cazador y Chatarra”, son solo algunas de las acentuaciones en un álbum rico en texturas.

Antes que músicos famosos, Juan y Eva son oyentes apasionados, de Lou Reed y Bob Dylan, The Cure y REM, Joni Mitchell y Patti Smith. Fabricantes de canciones, y punto. Pero la música debe nutrirse de lo vivido y sentido. Y por ello el corazón de Nocturnal palpita azorado por el tormento de esta época crítica que ha diluido valores y esperanzas. Se percibe en las portuarias imágenes de un inminente naufragio dibujadas en “Unas veces se gana y otras se pierde”, que desde su contagiosa tonada atrapa en sus estrofas la azarosa deriva de la misma vida. La certeza de que hemos sido arrastrados por la avaricia de los poderosos parece sostener el implacable trote de Lo que nos mantiene unidos, donde se admira a quien se opone a esa exasperante, injusta corriente que todo lo arrastró hacia la corrupción, el recorte y la estafa, seres que defienden su libertad ‘’unidos en la contradicción, como el aguijón a su veneno’’. Este desencanto nuclear aflora en una de las cimas del álbum, Nadie nos recordará, cuya letra advierte ‘’nuestra frágil condición, esta inquietud’’. Frente a los desmanes del mundo exterior y sus patrañas, finalmente solo podemos creer los unos en los otros. De tú a tú. En una cadena que deberá extenderse hasta las estrellas.

Nocturnal pincha hueso en un alucinante presente. En el tiempo equivocado revela, elocuente, cómo esta crisis ya implantada en precaria normalidad ha deflagrado a otra generación perdida, la de aquellos que fueron educados en unas promesas que ya nunca podrán cumplirse y ahora se preguntan qué parte del chiste no entendieron. ‘’Hemos nacido en el tiempo equivocado / Somos los hijos del futuro arrebatado / Nos conocemos solo con mirarnos / Nos encontramos como dos aves de paso’’; versos que captan esa realidad desde la óptica de quien, pese a todo, cree todavía que es posible cambiar el sistema desde dentro. El tema concluye en un grito de rebeldía que a todos nos acoge, no solo a los jóvenes sin futuro: ‘’Quisieran vernos domesticados, amaestrados, anestesiados’’. De eso nada, denunciar y luchar ha de mantenernos vivos. Ahí radica el espíritu de esta nueva entrega del dúo que, una vez más, transita entre lo íntimo y lo universal.

Está claro que Eva Amaral —tan cercana y al tiempo misteriosa, insobornable en su elegancia, vocalista de raza— y Juan Aguirre —introvertido y al tiempo transparente, sagaz empuñando una guitarra liviana o atmosférica, también sin ella en las manos— se niegan a dejar de hacerse preguntas. Aunque estas tengan como respuesta un mar de dudas, la incertidumbre, el desasosiego, la nocturnidad. ‘’Misteriosas e infinitas / Son las leyes del azar / Si pudieras elegir / Cuál de ellas romperías’’, proponen en Nocturnal, con esos andares autocríticos, primero vacilantes, luego épicos a escala humana, y un inspirado puente hacia el estribillo. Amaral en estado puro.

Hay verdades indiscutibles, en la naturaleza y en lo humano. Sabemos que la más negra noche antecede al alba, que en los sueños nacen las responsabilidades, que rendirse es perecer antes de tiempo. En su variedad de tonos y su íntimo disgusto, su contagioso impulso rítmico o melódico, estas nuevas canciones anhelan transmitir que no hay luz sin oscuridad, canción sin silencio que la contraste, emoción sin razonamiento que la explique. Ansioso estoy porque resuenen una vez más por todas partes, día y noche, a todas horas. Por algo la llamamos música popular.

Amaral son ejemplo de que es posible lograr el apoyo del público y de la crítica. Su forma de entender la música y la gestión de su carrera, desde el compromiso y la independencia, les han convertido en un referente de la música española.

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